Alix parte hacia Grecia, por orden de Augusto, para traer con él los escritos de las profecías de los oráculos de Apolo. Unos espartanos, desafiando la autoridad de Roma, intentan impedírselo.
Mientras Kefrén está actuando a escondidas para hacer fracasar su misión, Alix se encuentra en Heraklión, a un espartano que denuncia a sus compatriotas rebeldes.